
Por Lucas Miranda.
Estudiante pregrado Filosofía
El texto hace alusión a "La democracia de los dirigentes" de Nadine Faure
Este texto no es una réplica directa ni completa a ninguno de los textos que han surgido en el debate en torno a la democracia directa, pero tiene que ver con ellos y replicaré, sobre todo, las reflexiones de Nadine Faure. De manera acotada y esquemática, me propongo los siguientes objetivos: demostrar el ascendiente liberal de la argumentación de Nadine, de la opinión pública y de las dirigencias moderadas en torno al concepto de ciudadano y representación; sacar la dicotomía entre democracia directa y representativa de una caracterización abstracta y ponerla en relación con las necesidades históricas y los objetivos políticos que han informado ambas formas organizativas; hacer una lectura del estancamiento actual del movimiento estudiantil por un agotamiento de las posibilidades de los sujetos sociales que lo impulsan (estudiantes y ciudadanos), planteando la necesidad de alianza con los trabajadores como sujeto capaz de presión estructural; señalar que históricamente la democracia directa ofrece las posibilidades de esa alianza en clave combativa y no peticionista-consensual; defender las categorías marxistas de la acusación de “religiosas”.
El argumento principal de “La democracia de los dirigentes” es que la estructura de la democracia directa en nuestra facultad expresa una paradoja, ya que el sujeto social que participa en ella no tiene ningún vínculo identitario (a diferencia de juntas de vecinos u otros organismos) por lo que es un espacio que privilegia la individualidad antes que la voluntad común, a diferencia de la democracia representativa en la figura del representante. La paradoja estriba, según Nadine, en que actuamos como si existiera tal vínculo, diciendo que los que participan de la discusión y de la actividad política constante en ese espacio tienen mayor autoridad que los que van a la asamblea con intereses...