El Blog de la CEFH

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sábado, 15 de octubre de 2011

Respuesta a "La democracia de las bases"

Por Nadine Faure. Estudiante Pregrado Filosofía de la Universidad de Chile.

Este texto es una replica al articulo "La democracia de las bases". de Vicente Mellado

Te agradezco el trabajo emprendido, Vicente. Puesto que me he quedado con la sensación, tal vez injusta, de que tu columna no ha logrado responder o problematizar la mía, sino más bien ha puesto de relieve otros puntos no explicitados antes, es que he decidido hacer una revisión párrafo a párrafo de tu texto. Así puedo hacer una operación de doble movimiento. Por una parte, me aseguro de estar haciéndome cargo efectivamente de tu texto, y por otra parte, puedo revisar los términos en que se ha puesto la discusión. De ahora en adelante, cada párrafo mío se corresponde con un párrafo de “La democracia de las bases”. Aconsejo que ambos textos sean contrastados por los lectores, ya que esta columna es una revisión textual del escrito de Vicente. En otras palabras, este texto no es un escrito íntegro, sino que sigue la argumentación propuesta por él.

Me parece que, en líneas generales, vale la pena recalcar que el debate de cierre de semestre se realiza o realizó en los espacios estudiantiles por dos razones principales. La primera es la sencilla razón de que el movimiento estudiantil no tiene en sus posibilidades la de resolver el problema por el que protesta. Si así fuera, esto ya se habría terminado. Nunca se debe olvidar que cuando la fuerza no está de tu lado (fuerza en el más amplio de los sentidos) es imposible imponer las condiciones en las que se desarrolla el debate, mucho menos podrías decidir no participar de él o proponer formas alternativas de resolución. Asumir que la decisión de cerrar el semestre fue gracias a nuestra debilidad frente a las amenazas del gobierno es obviar que el gobierno tiene a su haber la fuerza para cumplir algunas de esas amenazas. Además, no estás comprendiendo que una vez que hacen entrada los argumentos pragmáticos en política, la mera idealización no puede sostenerse tan porfiadamente. Acá es donde aparece la segunda razón por la cual se impuso el debate: las condiciones actuales de la movilización estudiantil ha hecho que la proyectemos de formas distintas. Hay quienes creen que estamos en la fase final de la protesta ciudadana más importante en veinte años. Otros pensamos que, en la situación actual, no hay que entender la protesta sino como un proceso a largo plazo donde pagar costos tan altos ahora, como la pérdida de un año académico, no tiene sentido. Tal vez esté siendo pesimista, espero honestamente que así sea. Plegarse al discurso de que el gobierno impone terror es no comprender la magnitud del problema. Creer que por esto somos serviles a la derecha golpista, junto con la CONFECH, es pegarse un salto argumentativo sin piso lógico y sin ninguna mesura.

Por lo que dije anteriormente se desprende que el “triunfo parcial del gobierno” no está condicionado por nuestras decisiones, porque lamentablemente no tenemos la fuerza para condicionar nada. Podemos imponer un tema a la ciudadanía pero no podemos imponer la solución. Pienso que cerrar el semestre, lejos de “hacerle la pega al gobierno”, nos permite estar movilizados con una cierta ventaja puesto que si no debemos asumir los costos tan prontamente, el futuro podría verse un poco más alentador (confío).

Me parece que, a partir de tu “ferviente defensa”, puedo decir que a mí parecer lo que sí genera división en el movimiento son las maniobras políticas que han tratado de levantar, precisamente, desde tu sector. Sector que se adjudica el derecho de hablar por las bases, gracias a que creen representar ese “amplio sector” del que nadie tiene registro (y del cual, por supuesto, no podemos desprender su existencia con la baja votación que tienen en las asambleas locales). Pésimas ideas (que afortunadamente han sido contenidas) como vetar las mesas directivas en la USACH y en la Universidad de Chile, cuando la unidad del movimiento “contra nuestro actual enemigo” debiese primar por sobre todo; o pensar que ir  y poner en evidencia “la burocracia estudiantil de la CONFECH” es algo que podría reportar algún beneficio al desarrollo del movimiento; es sencillamente no entender cómo podríamos ganar esta pelea. Es, por ejemplo, hacer un pésimo uso de la ventaja mediática con la que contamos, relativamente (sólo en términos de exposición). Ni siquiera les bastó salir en El Mercurio y en Canal 13, ilustrando la división al interior de las federaciones. Si ni eso les da la luminosidad suficiente para entender que lo que están haciendo no nos hace ganar nada, sino que más bien sirve a otros intereses, entonces no sé qué es lo que están esperando. Además, en relación a cuando escribes “esto no sólo ha sido un triunfo de la derecha, sino también de la burocracia estudiantil erigida en el CONFECH, que busca aplacar al sector más radicalizado del movimiento estudiantil, que sí es capaz de enfrentar a la burocracia y plantear una alternativa: refundar las federaciones bajo democracia directa, con delegados mandatados y revocables por la base, y así poder dar la lucha por la educación gratuita ahora.” quisiera recordar que eso es exactamente lo que la lista de tu sector político (llamada “Contra la derecha” el año pasado, y los años anteriores con nombres eternos imposibles de recordar) propone todos los años en las elecciones de federación y nunca sacan más de un muy bajo porcentaje de los votos. Hablar por un amplio sector del estudiantado, cuando la forma de representación de nuestra universidad ha decidido que ustedes no los representan es, a lo menos, falsear la realidad y desinformar con eso.

Ahora, paso a revisar aquello que has dicho de mi columna. Me parece que cuando dices que mis comentarios “ocultan algo mucho más profundo que la mera crítica que se pudiese hacer a la democracia directa”, le exiges al texto que responda a pretensiones que no buscaba satisfacer. Para despejar dudas, aclaro: el objetivo de mi columna no era hacer un panfleto a favor del cierre de semestre, sino que exponer lo que, según pienso, nos obliga a aceptar forzosamente el tipo de organización que tenemos en la facultad. Quise demostrar que las críticas que se habían esgrimido por la baja o nula participación de algunos de nuestros compañeros no cabían en la democracia directa. Si aún piensas que hubo omisión intencional de mis argumentos a favor del cierre de semestre, eso ya ha quedado resuelto en lo que llevo de este texto. Lo que me llama la atención en particular es cuando dices “Si ella no tiene acuerdo con esa forma de organización, nadie le resta legitimidad a sus argumentos, pero es la que existe, no por imposición autoritaria ni mucho menos, sino que, fue el resultado de luchas, movilizaciones, discusiones y votaciones de un amplio sector del estudiantado de pregrado, que desde 1997, ha sido, y sigue siendo, el motor más dinámico de la movilización estudiantil local.”, digo que me llama la atención puesto que me sorprende que la defensa de la democracia directa sólo sea (hasta acá) en términos de que es la organización que existe y que valida un amplio sector del estudiantado: dicha defensa podría usarse tal cual, sin ningún cambio sustantivo, contra la crítica que tú y tu sector (Las Armas de la Crítica) intenta hacer a la orgánica de la FECH, pues muchos estudiantes la validan y es la que existe.

El párrafo que revisaré a continuación me parece que sólo muestra una profunda incomprensión. Comienzas exponiendo el argumento general de mi columna: la democracia directa no prioriza ni la unidad política, ni un proyecto común sino sólo individualidades. Dices que no existirían “consensos reales”: eso es algo que yo no dije ni puede derivarse de lo dicho en mi columna, ni siquiera usé la palabra “consenso”. Un consenso es un acuerdo que se produce por consentimiento entre los miembros de una colectividad, y eso es precisamente lo que sí hay en una asamblea como la nuestra. Aun cuando, la mayoría del tiempo, no estemos todos de acuerdo; por lo menos convenimos en que se respeten las decisiones de una mayoría: eso ya es una suerte de consenso que permite salvar las situaciones donde no lo haya de facto. Ahora, aquello que dices: “De esta manera, la democracia directa no permitiría la discusión en torno al ‘cierre de semestre’, ya que en ese sistema político no cabe dicha posición y la validez de las votaciones respecto a este tema, solamente corresponderían a quienes participan activamente de las asambleas.”, es algo que no digo, que no se desprende lógicamente de nada de lo que dije en mi columna y que no entiendo por qué lo dices aquí y así. Insisto en la tesis de la incomprensión, no quiero creer que está intencionalmente tergiversado. Demás está decir que no creo en ninguna de las tres premisas que componen la cita.

Concuerdo cuando dices que las formas de organización no están vaciadas de contenido político y que son funcionales a que se desarrollen determinadas políticas. En cierto sentido, es eso lo que dije en mi columna anterior. La democracia directa, aun cuando posibilita la “más amplia discusión en las bases”, permite que aquella discusión no se realice necesariamente en función de posicionamientos políticos sino también desde motivaciones únicamente individuales e incluso egoístas. Creer, como dices, que la democracia directa ha de ser un instrumento que nos permita triunfar es decidir quedarse sólo con la parte linda del asunto. La democracia directa es, en este sentido, una forma de organización política que permite sólo una direccionalidad de determinación: desde las bases hacia los dirigentes. Por el contrario, la representación, a diferencia de lo que se cree, no se realiza nunca en una única dirección; ésta permite la articulación de una unidad política real puesto que el representante tiene las herramientas para añadir elementos no considerados por la reflexión de los representados. La representación vuelve operativas las motivaciones de los representados. Creer que la democracia representativa no está la “altura de las circunstancias” por no permitir el desarrollo de la discusión política de las bases (cuestión que dices pero que no se desprende necesariamente de la organización representativa, sino sólo no lo prioriza), y creer a su vez, que la democracia representativa impide que las bases puedan legislar y ejecutar aquello que quieren, es obviar muy arbitrariamente el hecho del que hablaba anteriormente: las bases no tienen, por ser un movimiento masivo y heterogéneo, la posibilidad de legislar ni ejecutar nada. Así no funciona el mundo, por mucho que lo queramos con el alma.

Yo no planteé que el argumento del contexto nacional era inválido para reevaluar el cierre de semestre, sino que juzgué el hecho de que la reflexión de una minoría acerca del panorama nacional les parezca válida para cuestionar una decisión tomada, aun cuando no tenían más que un tercio de los asistentes con los que se había decidido cerrar el semestre. Desventaja de tener una orgánica que no precise qué hay que hacer en estos casos determinados. Te recuerdo, Vicente, que la minoría que cuestionó la decisión es, una vez más, aquella a la que perteneces. En la tabla de esa asamblea no estaba la reevaluación del cierre de semestre, sino que se instaló el debate por un cuestionamiento que hizo una chica de la carrera de teatro también militante del LAC. Ahora, creo que no es justo tratar mis argumentos como “contradictorios” cuando no se expone nada que demuestra que así son. Primero, cuando el sector al que perteneces con orgullo, decide reevaluar una decisión se invalida la anterior. Decir lo contrario es sólo caer en sofismas. Segundo, seguir apelando a la falsedad de las fechas del gobierno es el peor de los argumentos, pues nunca se defendió el cierre de semestre desde ahí. Creer que se debía reevaluar la decisión porque somos tan ignorantes que no logramos darnos cuenta que el gobierno nos mintió, es argüir al paternalismo político que, en otras oportunidades, he criticado bastante. Nadie les ha pedido instrucción, ni nada. Acusarnos de acallar los argumentos políticos a favor del cierre y decir que por eso mis argumentos se caen solos se resuelve con todo lo dicho hasta acá. Por supuesto que esto tiene una pelea de fondo: la de cómo llevar adelante las movilizaciones.

“El movimiento estudiantil se define como un sujeto social que constituye una caja de resonancia de las contradicciones sociales del modo de producción capitalista.” Esa es la definición más religiosa que he leído del movimiento estudiantil. Difícilmente podrá haber unidad política concreta mientras siga habiendo diferencias al interior de la CONFECH. Tú mismo dices que “la unidad política es posible cuando es un sector de ese movimiento el que hegemoniza al conjunto del movimiento estudiantil”. Mientras ese grupo sea representativo de una mayoría podremos presuponer dicha unidad. Las políticas que han intentado levantar desde tu sector tales como la educación gratuita como piso mínimo, el veto a las mesas de las distintas federaciones o el veto a la mesa de la CONFECH no gozan de gran simpatía dentro de los sectores universitarios, por el contrario, la CONFECH sí cuenta con apoyo a su gestión. Por mucho que ustedes crean hablar por la bases, realmente no lo hacen; y al mismo tiempo la CONFECH llama a una marcha y vamos decenas de miles.

Creo que decir “la polarización social y política es resultado inevitable del movimiento real de la lucha de clases que está viviendo el país luego de 5 meses de movilización.” Es pecar, nuevamente, de ninguna mesura a la hora de evaluar la situación. El planteamiento de la lucha de clases no resiste ningún análisis para esto. Acá nadie lucha por la apropiación de los medios de producción, aunque ustedes u otros puedan leer eso de esto. Es el reclamo porque nuestra educación sea considerada como un derecho y no como una mercancía. Es un debate que se da entre el gobierno y la ciudadanía, no es la clase obrera contra la patronal. Nada se resolvería si todos adscribiéramos a esa lectura del conflicto. Esa no es la interpretación más cercana a los hechos, mucho menos podría ser ese “el movimiento real de las cosas”. Tal concepción es muy parcelada y busca sacar un rendimiento funcional a lo que tú crees como militante del PTR y no necesariamente como estudiante, patear la organización estudiantil por debajo de la mesa es, efectivamente, “hacerle la pega al gobierno” que hace rato apuesta a que los que estén dispuestos a inmolarse por la causa terminen desgastando/desgastándonos desde adentro. Las posturas que ustedes intentan levantar en los distintos espacios locales universitarios no buscan resolver el conflicto estudiantil, buscan agudizar las “contradicciones de la sociedad capitalista” para hacer la revolución. Sin ninguna promesa de bondad en el futuro. Respecto a los dos caminos cimentados: la estrategia está siempre puesta en cuestión, sin embargo, de ello no se desprende que las “dirigencias burocráticas de la CONFECH” no unifiquen actualmente la postura de la mayoría de los estudiantes. No reconocerlo es darse de cabezazos por gusto.
            
            Para concluir, creo honestamente que esta columna debe terminar con el asunto éste. No corresponde que el centro de nuestras discusiones siga siendo el cierre de semestre a más de tres semanas de tomada la decisión. Sólo aumenta los roces y desvía a la mirada hacia lo irrelevante. Para eso no es necesario obviar nuestras diferencias, no es siquiera deseable, pero es nuestra responsabilidad lograr un diálogo relativamente respetuoso de aquí en adelante. Pienso que si había dudas respecto a esto tenían que ser aclaradas, pero ya fue suficiente. Dejemos de mirarnos el ombligo durante todo el tiempo y volquemos las reflexiones fuera de nuestras cuatro paredes. Había que poner las cosas en su lugar de uno y otro lado, pero nuestras fuerzas no se deben agotar en esto.

1 comentario:

  1. Señorita: debo decir que me parece una vez más, sumamente eloquente su reflexión;argumentos sólidos, bien estructurados y un uso del lenguaje que ya se lo quisieran muchos, especialmente, gente de nuestra facultad. Da gusto leer columnas como ésta, las cuales se enmarcan en algo más que insultos y faltas de respeto hacia uno y otro lado, por el contrario, acá se muestra cordura, reflexión y responsabilidad con lo que se dice y con el cómo se dice.
    Un abrazo,
    Atte
    Nicole Novion Bravo

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