
Por Isabel Torres Dujisin.
Académica del Departamento de Ciencias
Históricas de la Universidad de Chile.
Si algo podría caracterizar la cultura política de la derecha es su desafección hacia el Estado y su displicencia por la educación pública. El Estado es visto como la expresión de lo público, y esto asociado a lo mediocre, en contraste con lo privado que para éste sector es donde radica lo substancial e imprescindible. Cuando se ha tratado de la educación como bien público, no ha sido este sector quien ha impulsado las grandes transformaciones de inclusión en el país.
Fueron los gobiernos radicales los que sostenían que “educar es gobernar” cuando se dictó la ley de instrucción primaria obligatoria. Luego, en el gobierno de “los gerentes” como se llamó al de Jorge Alessandri, no se implementó ninguna reforma significativa. Hubo que esperar el gobierno de Frei Montalva para la ampliación de la educación obligatoria a ocho años y durante el año 1967, en el proceso de reforma universitaria, frente a la consigna de “Universidad para todos” impulsada por el movimiento universitario, el gremialismo, representación de la derecha en la Universidad, la contrarrestaba con “Universidad para los mas capaces”.
Durante el gobierno de Allende, la educación representó una preocupación central. La controvertida ENU, tenía como principal objetivo la democratización a través de la ampliación de la cobertura, garantizando el derecho a toda la población de acceder a educación más allá de la educación media junto a la creación de un sistema unificado.
El régimen autoritario introdujo grandes cambios que buscaban cambiar el paradigma del rol de Estado en la educación, limitándolo a ser un ente regulador que delega su responsabilidad en educación a corporaciones privadas las que juega un rol muy importante, como también en los municipios que no siendo privados, reflejan las grandes diferencias socioeconómicas del país.
Durante los gobiernos de la Concertación, se avanzó progresivamente...